sábado, 2 de agosto de 2014

TRABAJO DE PROTECCIÓN

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Trabajo de protección

Bickknell Young

 

Debes dedicar media hora por día para hacer trabajo de protección y declarar la verdad acerca de la malapráctica. Cuando lo hagas, tienes que saber que estás dominando al error que está tratando de impedir que los Científicos Cristianos resucitemos muertos. El mal siempre se te va a presentar como persona, lugar o cosa. En el caso de la malpráctica, se presentará como persona. Fíjate la frecuencia con que nuestro libro de texto, Ciencia y Salud, menciona la idiotez moral o pensamiento erróneo relacionado con la malapráctica mental.

La malapráctica mental no tiene ley, ni origen. Es una falsedad de la mente mortal. No tiene inteligencia, ni acción, continuidad, poder, mente ni materia. No opera, y no puede hacerlo, mediante una creencia en la trasmisión de pensamiento, ni mediante una creencia de temor al clima, al contagio o a las epidemias. No puede actuar por medio de ninguno de los pecados cardinales, ni por medio del orgullo, la pasión, la sensualidad ni los apetitos. No puede actuar para nada. Es nada, polvo al polvo.

La mente mortal no puede actuar produciendo ningún efecto envenenador en un Científico Cristiano, ni afectar su salud de ningún modo, ni perturbar su pensamiento. La mente mortal no puede actuar como malapráctica mental para operar como ley; no tiene ley, ni acción, ni ser, ni vida, ni sustancia, ni hombre, ni mujer, ni niño, ni materia, ni canales, ni avenidas, ni médium (espiritista), ni poder y no tiene existencia. Es irreal, falsa, ficticia e imposible, porque no hay mente mortal. Sólo hay una Mente, o sea Dios, el bien. La mente mortal no puede forzarse a sí misma en absoluto; no puede hacer nada bueno; por eso naturalmente ¡no puede hacer nada malo! En otras palabras, no hay mente mortal, por lo tanto no puede hacer nada.

Liberte-se III 

Se puede definir a la malapráctica mental como actividad mental impropia; trata de hacer creer a un Científico Cristiano que se puede retornar a creencias Cuando das un tratamiento en la Ciencia Cristiana, declara: "No hay ley de la malapráctica mental que me pueda hacer olvidar de nada esencial para que éste sea un tratamiento perfecto y completo, y que tenga éxito". Haz tu trabajo concienzudamente y deja el resto a Dios.

Cuando se cura una enfermedad y otra parece seguir inmediatamente, esto siempre es malapráctica mental. No hay así llamadas leyes de la malapráctica; no son leyes. No existen tales leyes. Dios es ley y Dios es Todo.

Declara: "La malapráctica mental no puede pretender nada; no puede arguir ni sugerirme cosas malas, ni silenciosa ni audiblemente, que puedan tener algún efecto en mí o en mis pacientes. No puede operar argumentando una creencia o falta de confianza en el poder de la Ciencia Cristiana para sanar o salvar. No puede impedir el efecto de este tratamiento de la Ciencia Cristiana. No puede hacer una ley que influya, afecte o invierta este tratamiento, como tampoco puedo yo ser mesmerizado a dudar de su poder, fuerza, eficacia, compleción ni de que sea concluyente.

Este tratamiento es el único poder, fuerza, actividad, eficacia, presencia y sustancia del bien infinito. Es la Palabra de Dios. Es la piedra que desecharon los edificadores. Siempre realiza el trabajo porque es "Dios con nosotros".

A algunas personas la malapráctica mental las hace enfermar. El dominarla significa salud; no dominarla significa riesgo. No importa cuál sea la pretensión, hay que tratar la malapráctica mental. Tienes que saber que es inofensiva, que no tiene ley, ni acción, ni mente, porque no tiene origen, sentido ni vida. Todo lo que pretende es una falsedad. La enfermedad no puede ir de un lado a otro, ni cambiar de una forma a otra por causa de la malapráctica.

Por ejemplo, ésta no puede ser dirigida hacia un lector de la iglesia, como tampoco puede suceder que el lector esté bien, pero que alguien en su familia pueda ser afectado. Esta es una creencia falsa y no puede operar como una ley de rebote. No le permitas que se exprese en ti o en tu maestro, porque quizás creas que se dirige a alguien que conoces, si no te ataca a ti. Trata la malapráctica mental a través del amor; nunca vas a dominarla a menos que sepas que el amor anula el odio. El amor es poder y no hay otro poder.

Para el hipnotismo, trata la mente mortal y una creencia falsa de vida separada de Dios. Ninguna pretensión de la mente mortal puede inmiscuirse, detectar ni leer tu pensamiento. Debes saber que: "Mis pensamientos están profundamente inmersos en la conciencia y no pueden ser discernidos ni hallados por ninguna ley ni efecto de la malapráctica mental".

Comprende que: "este tratamiento obstaculiza, obstruye, impide y destruye toda supuesta ley o poder de clarividencia, numerología, herencia, materia médica y gula. La malapráctica mental no tiene mente, acción, elemento de poder, ni gobierno. Dios es el gobierno; la malapráctica mental no es nada. La malapráctica mental no puede hacer una ley que yo no pueda descubrir su intensión dirigida hacia mí. A menudo se dirige con el propósito de hacer mal ya sea ignorante o maliciosamente, por eso debo recordar protegerme contra el odio, la envidia y los celos".

Un Científico Cristiano que no está trabajando es generalmente mesmerizado a quedarse en un estado o condición de inactividad. Tiene la tendencia a ser mesmerizado. Da tratamiento a éso. Tienes que saber: "No hay argumentos visibles o invisibles que puedan actuar como una ley de la malapráctica mental mediante una creencia en el catolicismo romano, que proponga una ley que invierta este tratamiento, o que lo haga tener un efecto distinto al que tiene que tener".

Estamos bien a salvo cuando tratamos al error impersonalmente en silencio y mantenemos todas sus pretensiones fuera de nuestros pensamientos, recordando que no hay ley que pueda funcionar como malapráctica mental, no hay ley sino la ley de Dios y esa ley no puede cambiarse.

La malapráctica mental no puede manejarnos ni circular mediante propensiones de carácter, desaliento, amargura y carencia, ni las así llamadas tendencias de la salud. No puede trabajar como una creencia en el mal genio, el ser impulsivo ni en sentimientos románticos u otros por el estilo, tales como añoranzas, anhelos o cualquier otra de las creencias humanas. La malapráctica mental no puede operar como una ley de la mente mortal para confundir ni oscurecer tu pensamiento ni derrocar tu razonamiento, para impedir, interferir o invertir las declaraciones de la Ciencia Cristiana. No puede tocarte ni dañarte porque eres Científico Cristiano. Nada puede quitarte los privilegios de ser Científico Cristiano, ni la habilidad de usarlos.

Un tratamiento es la obra y la Palabra de Dios. No vuelve a Él vacío, sino que es terminante y completo en sus efectos y resultados. A veces, cuando te parece que no puedes conseguir buenos resultados, declara la verdad de esta manera: "Este tratamiento es la esencia misma, el poder, presencia y actividad del bien infinito y perfecto. Cumple su cometido porque es 'Dios con nosotros' y sin lugar a duda elimina el mal, lo borra y lo destruye. Reduce a su nada original toda creencia mortal en un poder aparte de Dios. Dios es el único poder.

Dios es la única Vida y no hay ley que pueda revertir este hecho. La malapráctica mental no puede hacer una ley de reversión que actúe por medio de una creencia en el temor, porque 'el amor perfecto echa fuera el temor', y 'Dios es Amor'.

"La malapráctica mental no tiene la capacidad de operar mediante una creencia en el tiempo, el clima ni la atmósfera para tocarme o afectarme en ninguna forma; esto no es más que una sugestión mental.

Jamás temas al temor; es sólo mesmerismo. La comunión con Dios es la ley que destruye la presencia del mal aparente bajo toda circunstancia. Éstos son hechos; éstas son verdades. La Verdad es infinita. No tiene oposición. No tiene competencia. La Verdad es omnipotente, omnipresente por eso el error de cualquier nombre o naturaleza no tiene ni poder ni presencia.

La Verdad es su propia aserción, tiene su propio impulso. Es irresistible. Nada puede oponerse a ella. Nada puede demorarla, obstruirla ni limitar su actividad o afectar sus afirmaciones. Nada puede jamás limitar su capacidad de expresión. En realidad, es la Palabra de Dios que "no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié".

 

El Sr. Bicknell Young fue un bien conocido y apreciado Conferencista y Maestro de la Ciencia Cristiana de 1901 a 1938. Cuando su transición en 1938 fue reconocido como el “Decano de los Maestros de la Ciencia Cristiana”.

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